La lectura es una actividad que, además de informar y entretener, tiene enormes beneficios a quien la practica, tanto en el terreno personal como en el académico y profesional. Quien conoce los beneficios que este buenhábito proporciona a las personas y en especial en los niños en edad escolar, no dudan en buscar inculcarlo en sus hijos. Pero esto no es siempre fácil.
Muchos culpan al cine y la televisión de “distraer” el interés de los niños, que, si bien puede ser una causa, si estos medios se utilizan en forma inteligente, pueden inclusive ser una motivación a acercarse a los libros. La falta de una cultura de lectura es otra de las causas de la falta de interés de los niños a los libros. No puede pretender un padre inculcar la lectura a sus hijos si él mismo no lee. El amor a la lectura no nace, se hace, se perfecciona con la perseverancia y el tiempo.
¿Cómo acercarlos?
Una de las inquietudes de los padres que desean formar niños lectores es cómo acercarlos en forma natural a los libros sin que se sientan obligados o presionados. En primer lugar hay que tomar en cuenta que entre más pequeño sea el niño, mejor. El hecho que un bebé desconozca las letras no quiere decir que los libros le son indiferentes.
Hay libros con imágenes llenas de color, dibujos, figuras y fotografías que están hechos especialmente para bebés. Generalmente son libros de cartón o plástico que aunque al principio pueden tratarlo como un juguete más, el niño ya tiene su primer contacto con los libros.
Es importante que los libros estén siempre al alcance y vista de los niños de la misma forma que lo están sus juguetes. Así como se les lleva al parque o al zoológico, se recomienda acudir con los niños a las ferias del libro, lecturas y cuentacuentos. Esto hará que el pequeño asocie los libros no sólo a la escuela, sino también como una forma de entretenimiento.
Los niños que tienen la costumbre de ver televisión con frecuencia, encuentran los libros poco interesantes. Limitar el uso de la televisión facilita en gran medida que los niños se acerquen a los libros y también a otras actividades físicas e intelectuales que aumenten su capacidad creativa e imaginativa, fundamental para su desarrollo intelectual.
Pero también los padres pueden utilizan algunas figuras de la televisión para acercar a los hijos a la lectura. Por ejemplo, si su personaje favorito es un super-héroe, buscar libros que narren las aventuras del mismo. El interés que despertará en el niño será fundamental para su futuro gusto por la lectura.
El cine puede motivar a los niños a la lectura. Por ejemplo, cuando se ve una película basada en un libro. Lo mismo ocurre con programas especiales, teatro, series y biografías que se basan tanto en historia como en obras literarias.
El hábito
Establecer un horario diario de lectura es la mejor forma de formar un hábito y que casi con seguridad permanecerá con ellos para el resto de su vida. Una media hora antes de dormir, después de lavarse los dientes, es un momento ideal. Además de inculcar un buen hábito, es un momento familiar muy especial. A los niños les gusta que sus padres les lean historias y cuentos, especialmente aquellos que empiezan a leer, los padres son una motivación.
Existen cuentos que motivan al niño a la lectura, como fábulas, historias con moraleja, o con un final que deje una reflexión positiva . Un libro o una buena historia puede tener un impacto mayor en los niños que una plática o sermón paterno. Si un niño ve a sus padres leer, es posible que desarrolle el mismo hábito. Así que el padre que pretenda tener un hijo lector, deberá formarse en este hábito también si quiere tener éxito con sus hijos en esta noble actividad.
Siempre el interés
Hay muchas formas de entusiasmar a un niño a leer. Sus gustos son importantes, por lo que la libertad para elegir lo que le interesa es algo que todo padre debe tomar en cuenta. Nada hay más desmotivante que imponer una lectura a un niño. Esto sólo se justifica cuando se trata un trabajo de escuela, pues el niño no debe confundir la lectura-deber con la lectura- placer ya que puede asociar al libro con una cuestión meramente académica.
Una buena forma de premiar a los niños es comprarles un libro en lugar de un dulce o un juguete, así si los padres le dan al libro el valor que merece, los niños también lo harán. Cuando se tienen varios hijos una manera de motivarlos a la lectura es pedir al hermano mayor que les lea a los más pequeños. No sólo le hará sentir importante, sino que además será un ejemplo e inspiración para ellos.
Contar historias pasadas, aventuras, chistes, anécdotas despierta en los niños un interés por conocer más historias. El pedirle que nos cuente sobre lo que ha leído o simplemente algo emocionante que han vivido, también es un ejercicio muy sano para la comunicación en la familia y que además le enseña sobre cómo se estructura una historia y cómo hacerla parecer interesante a los demás.
Cuando se está de viaje es una oportunidad de oro para leer juntos sobre los lugares que se van a visitar. Si hay la oportunidad de ir a museos, éstos también despiertan el interés del niño por saber más. Por ejemplo, si visita un museo de Ciencias Naturales donde tuvo la oportunidad de ver el fósil de un dinosaurio, una lectura al respecto será formativa a la vez que interesante para él.
Se puede motivar al niño a escribir un diario con las aventuras de su viaje, esto además de ser un ejercicio que lo conecta directamente con los libros, es un recuerdo inolvidable. Cada niño es diferente, y en lo que a lectura se refiere, lo que puede resultar bueno para uno, puede no serlo para el otro. Pero es el empeño que los padres pongan en formar niños lectores lo que tarde o temprano dará su fruto. A final de cuentas encontrarán no sólo placer en la lectura sino además en la compañía mutua.
El hábito
Establecer un horario diario de lectura es la mejor forma de formar un hábito y que casi con seguridad permanecerá con ellos para el resto de su vida. Una media hora antes de dormir, después de lavarse los dientes, es un momento ideal. Además de inculcar un buen hábito, es un momento familiar muy especial. A los niños les gusta que sus padres les lean historias y cuentos, especialmente aquellos que empiezan a leer, los padres son una motivación.
Existen cuentos que motivan al niño a la lectura, como fábulas, historias con moraleja, o con un final que deje una reflexión positiva . Un libro o una buena historia puede tener un impacto mayor en los niños que una plática o sermón paterno. Si un niño ve a sus padres leer, es posible que desarrolle el mismo hábito. Así que el padre que pretenda tener un hijo lector, deberá formarse en este hábito también si quiere tener éxito con sus hijos en esta noble actividad.
Siempre el interés
Hay muchas formas de entusiasmar a un niño a leer. Sus gustos son importantes, por lo que la libertad para elegir lo que le interesa es algo que todo padre debe tomar en cuenta. Nada hay más desmotivante que imponer una lectura a un niño. Esto sólo se justifica cuando se trata un trabajo de escuela, pues el niño no debe confundir la lectura-deber con la lectura- placer ya que puede asociar al libro con una cuestión meramente académica.
Una buena forma de premiar a los niños es comprarles un libro en lugar de un dulce o un juguete, así si los padres le dan al libro el valor que merece, los niños también lo harán. Cuando se tienen varios hijos una manera de motivarlos a la lectura es pedir al hermano mayor que les lea a los más pequeños. No sólo le hará sentir importante, sino que además será un ejemplo e inspiración para ellos.
Contar historias pasadas, aventuras, chistes, anécdotas despierta en los niños un interés por conocer más historias. El pedirle que nos cuente sobre lo que ha leído o simplemente algo emocionante que han vivido, también es un ejercicio muy sano para la comunicación en la familia y que además le enseña sobre cómo se estructura una historia y cómo hacerla parecer interesante a los demás.
Cuando se está de viaje es una oportunidad de oro para leer juntos sobre los lugares que se van a visitar. Si hay la oportunidad de ir a museos, éstos también despiertan el interés del niño por saber más. Por ejemplo, si visita un museo de Ciencias Naturales donde tuvo la oportunidad de ver el fósil de un dinosaurio, una lectura al respecto será formativa a la vez que interesante para él.
Se puede motivar al niño a escribir un diario con las aventuras de su viaje, esto además de ser un ejercicio que lo conecta directamente con los libros, es un recuerdo inolvidable. Cada niño es diferente, y en lo que a lectura se refiere, lo que puede resultar bueno para uno, puede no serlo para el otro. Pero es el empeño que los padres pongan en formar niños lectores lo que tarde o temprano dará su fruto. A final de cuentas encontrarán no sólo placer en la lectura sino además en la compañía mutua.
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