La adquisición del código escrito
El niño aprende la lengua en sus dos modalidades, escrita y hablada, en diferentes etapas. Aprende la lengua hablada en el ambiente del hogar, en sus primeros contactos con el mundo exterior, a través de realidades concretas y en la variedad usada en el medio al cual el niño pertenece. Adquiere el conocimiento de la escritura en la escuela y lo aprende con los ojos pues no corresponde a la imagen transmitida al oído. La variedad escrita es, para el niño principiante, una variedad diferente a la hablada en la casa, que él conoce y cuya gramática ya incorporó.
El lenguaje es el primer vehículo de socialización cuando el niño, en el transcurso de su integración, comprende el mundo y hace de él su mundo, aprende a conocer significados y conceptos, a pensar abstractamente y a tener capacidad de reflexión. Integrando su experiencia, adopta una visión coherente de la realidad. La reflexión tiene la función de llamar la atención del niño de lo exterior a lo interior.
El aprendizaje lingüístico no es sólo un proceso de amoldamiento del niño a la sociedad donde vive, ya que cada niño reacciona de modo diferente según su individualidad. Como proceso, cualquiera puede ser sometido a él, pero no todos responden de la misma manera. El niño, a través de este proceso, interactúa y se identifica con otros, entiende, procesa significados y sabe hacerlo. El lenguaje en el proceso de interacción entre los individuos en el contexto social es más que un sistema de significaciones potenciales. Es la cultura misma. El niño, mediante la identificación cultural, se transforma de un ser
biológico en un ser social. Mead sostiene que el niño adquiere los valores de la sociedad al mismo tiempo que adquiere el sistema de símbolos comunes. El aprende quién es a través del lenguaje que lo rodea en sus actividades diarias (Dittmar, 1978).
Actualmente existe consenso en que la educación se centre en el niño y comience donde él está, partiendo de lo dado, de lo conocido a lo desconocido, relacionando toda adquisición nueva con lo que está sólidamente arraigado en el espíritu, en lo familiar. El proceso de enseñanza debe partir de sus realidades, para que haya intermotivación y sobre todo, resultados satisfactorios.
Michael Stubbs (1983) al analizar las causas de la deficiencia de la enseñanza, dice que la experiencia cultural y lingüística del niño está a veces empobrecida y no preparada para asimilar lo que la escuela ofrece. De ahí que los niños de clases económico-sociales desfavorecidas presenten rendimientos más bajos que los niños de clase media. Es incuestionable que se debe
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La autora es profesora de la Universidad Federal de Pernambuco de Recife, Brasil.respetar la cultura y el lenguaje de cada alumno y que se lo tiene que alentar para que confíe en su capacidad de expresarse.
No significa esto que las diferencias sociales puedan ser ignoradas. “El niño invisible” –aquel que nunca se ve retratado en los libros escolares por su posición social, raza o lugar de nacimiento–, no se sentirá motivado para el estudio, pues la falta de representación de su realidad en el aula equivale a decir que todo aquello no es para él. Siendo la educación un proceso de socialización, a medida en que se va
realizando deberá hacer que el hombre participe en la comunidad. Liberar la palabra que el hombre tiene dentro de sí; desarrollar su raciocinio para hacer de él un ser en el mundo y con el mundo. Esto es lo que la educación propone. Sobre todo, que el educando se torne capaz de pensar por sí mismo, de tomar posición frente a cualquier asunto. Sólo se habrá de comprobar el resultado de una lectura activa cuando el lector haya sido capaz de elaborar las ideas generales del texto y a partir de ellas construir sus propios conceptos, retomarlos y usarlos en situaciones adecuadas. La producción del texto ha de ser el coronamiento de una lectura profunda.
La dificultad que muestra el estudiante para expresar sus pensamientos, especialmente cuando se les pide redactar un texto, deriva no sólo de deficiencias en el manejo de la lengua, de la ausencia de un vocabulario básico y de estructuras adecuadas para comunicarse en la lengua estándar, sino también de la falta de ideas, de conocimiento de realidades, de interés para escribir o relatar lo que piensa. Considera el hecho de escribir como una tarea aborrecida, de la cual debe liberarse de la manera más rápida y fácil posible. No hay motivación.
Motivación
Se sabe que en modo alguno conviene que el educando esté ansioso o tensionado; pero, existe lo que se llama tensión positiva, y ésta es necesaria para la motivación. Es importante crear en el alumno una expectativa que le genere una tensión positiva para que se sienta motivado a trabajar. “Somos motivados a hacer las cosas que nos interesan; si como profesor se puede aumentar el interés de un niño, se está también así aumentando su motivación. Sabiendo esto, no se va a querer obligarlo a hacer tareas monótonas, repetitivas, sin ningún interés” (Hunter, 1978).
En general, sólo se obtiene éxito cuando se trabaja en aquello que gusta y, cuando se lo ha hecho bien, el interés aumenta. Son variables interrelacionadas.
Otra variable importante en la motivación es el grado de dificultad: si es muy alto, hará disminuir la motivación, lo que también acontece si es muy bajo. La dificultad debe ser dosificada en la medida correcta para que la motivación permanezca y no se anule la sensación de logro, de éxito en la ejecución de tareas. A partir de las variables antes mencionadas, vemos que la tensión creada para que el alumno se sienta motivado guarda relación con el esfuerzo un ser pasivo, sino que crea expectativas hacia alguna necesidad o deseo no atendido y modifica su comportamiento para poder alcanzar determinado objetivo.
Por lo expuesto se ve que uno de los requisitos necesarios para la motivación es el interés y el interés sólo es despertado por cosas ligadas a nosotros. Así, para que la producción de un texto sea algo que interese y
motive al alumno, no se le deberá imponer el tema sino que éste partirá de él mismo, de sus vivencias y de su ambiente. La motivación será la clave del conocimiento creativo, mantenido por el entusiasmo en cada fase del proceso de aprendizaje.
Entre las necesidades universales de la persona humana identificadas por los psicólogos, están la autoidentidad y la autoestima.
Algunos procedimientos pueden ayudar a los alumnos a desarrollar estos sentimientos positivos, como base de la motivación:
1. Contar experiencias personales;
1. Contar experiencias personales;
2. convencerlos de que tienen capacidad para comprender los textos dados;
3. alentarlos a expresarse, corrigiéndolos con mucho tacto, rehaciendo la frase
o simplemente haciendo que la repitan hasta que perciban el error;
4. animarlos en actividades que les interesan;
5. mostrar la relación entre aquello que están estudiando (temas generales, de
ciencias naturales, etc.) y los problemas de la comunidad;
6. ayudarlos a que aprecien su propia lengua cultural;
7. proporcionarles algunos pequeños logros y hacerles sentir que progresan.
Cada lección, cada actividad, cada tarea puede ser aprovechada para la
motivación.
La alfabetización, según Freire, “tiene como objetivo llevar al hombre a
poder decir su palabra, palabra que él lee, entiende y así se incorpora a la
realidad” (Jorge, 1981).
Metodología
Al trabajarse con el tema, la fase inicial ha de ser el sondeo de las condiciones
socioculturales del alumno: aspiraciones, frustraciones, problemas y lenguaje.
A través de esto se llega a la segunda fase, el universo temático del grupo,
debiendo seleccionarse temas que tengan mayor significación para los estudiantes. Los debates en clase sobre los temas escogidos servirán para el enriquecimiento de ideas, a través de situaciones concretas, comprendidas de modo integral.
En la medida en que los temas tomados son representaciones de ideas, valores, concepciones y esperanzas, van a ser los más apropiados para desarrollar el raciocinio y el lenguaje de cada grupo. A partir de la elección de los temas y de su discusión, se ha de hacer la codificación. Estas situaciones codificadas deben registrar figurativamente, en dibujos (hechos por los alumnos), carteles, diapositivas, fotografías o dramatizaciones, los tópicos de interés.
La codificación permitirá una perspectiva objetiva de la situación. De la misma manera que no se puede apreciar un cuadro, una obra de arte, de cerca, también es necesario distanciarse de situaciones vividas, de las cuales se es participante, para verlas objetivamente. Sólo así se está en condiciones de observarlas, registrando sus diversos aspectos para interpretarlos luego.
Las codificaciones tienen como objetivo ofrecer posibilidades de análisis en la decodificación, que será la producción oral o escrita del texto. Deben representar situaciones claras para que no se transformen en adivinaciones. La nueva percepción y el nuevo conocimiento permitirá la implantación del proyecto educativo, transformando las posibilidades del tema en una apelación a la producción del texto.
Recursos para la producción de textos
Los recursos didácticos usados para la producción de textos pueden variar
partiendo de:
1. Discusión oral.
2. Lectura intensiva.
3. Lectura extensiva.
4. Situaciones concretas.
5. Integración con otras disciplinas.
6. Experiencias personales.
Todas estas estrategias ofrecen condiciones para el buen desempeño
de los alumnos, pues están ligadas a su campo de interés.
Retomando lo dicho, las fases para la producción de textos serían:
1. Debate de un tema.
2. Codificación de este tema.
3. Producción oral del texto (ampliación del vocabulario en torno al tema).
4. Producción escrita individual.
5. Práctica de análisis lingüístico, o sea, corrección de los desvíos más
comunes con la ayuda de un código previamente dado a los alumnos.
6. Corrección del texto por el profesor.
7. Reescritura del texto por cada alumno. Estas fases han de ser sometidas a variaciones de acuerdo con la
necesidad del curso y con la naturaleza del tema.
La fase inicial de la producción de un texto es la misma que la de motivación para la lectura.
La fase siguiente, la número dos, ya comienza a tener características propias pues la codificación, esto es, la representación concreta de la situación, sólo va a interesar a la producción del texto, sea oral o escrito. A partir de su representación concreta, la situación será comprendida e interiorizada por los alumnos.
En la fase tres, producción oral y ampliación del vocabulario, se dan los debates, las opiniones, las divergencias y los descubrimientos de la clase.
Surgirán nuevos términos manifestados por los alumnos o incentivados por el profesor a través de sinónimos, antónimos o expresiones semejantes, que podrán escribirse en el pizarrón para que queden registrados. Se hará así una ampliación del vocabulario necesario para la producción del texto.
La fase cuatro, la redacción propiamente dicha, es la fase individual de la producción. Es cuando el alumno, ayudado por el debate, por la producción oral y con su vocabulario enriquecido, bastante motivado, expresará su pensamiento sobre el papel.
El profesor, en la fase cinco, recogerá los textos y los llevará consigo para una corrección basada en el código adoptado. Los aspectos más relevantes a tener en cuenta en la corrección han de ser la coherencia, la cohesión y la secuencia de pensamientos; en tanto que problemas como la ortografía y acentuación (meramente normativos) deben tener menos peso.
Indicando los errores y llevando a los alumnos a conocer la manera correcta de hacerlo, se los corrige con facilidad. El profesor puede crear un código y enseñarlo al curso, para que éste haga su autocorrección.
El siguiente modelo puede ser adaptado al nivel exigido.
- = palabra inadecuada
0 = error de grafía
V = error de acentuación
? = ideas confusas
II= error de sintaxis (regencia, colocación, concordancia del singular y el
plural para las clases más elementales)
II = error de puntuación.
La señal es colocada al margen de la línea donde está el error, pudiendo subrayarse o no la palabra que presenta problemas. Debe simplificarse el código para los alumnos de los cursos más elementales. El método a usarse para la corrección del texto es de capital importancia. Si bien existen diversos métodos, la autocorrección es uno de los más recomendables.
Como el objetivo primero es guiar al alumno hacia el uso correcto del idioma, la corrección por código consigue mejor el fin que se busca. Debe darse un peso al contenido y otro peso a la forma. En cuanto al contenido la nota será definitiva, sin oportunidades para mejorar. En cuanto a la forma, la nota puesta será provisoria. Al corregirse los errores, será aumentada. La forma y el contenido valdrán cada uno 50%. Se marcan los errores con el código, y un día determinado el alumno hará la reescritura, teniendo derecho al uso de diccionarios y gramáticas que lo ayuden a corregirse. Aprender a usar el diccionario es una de las ventajas de este tipo de corrección, pues se lo convierte en auxiliar importante en el curso del aprendizaje lingüístico. A partir de la reescritura, el profesor hará la nueva corrección, dando al alumno la oportunidad de mejorar la nota en el 50% atribuido a la forma.
La fase seis, práctica de análisis lingüístico, se iniciará con la entrega a los alumnos de la redacción corregida. El profesor colocará en el pizarrón los errores más graves, o la redacción más problemática, y lo analizará con el curso. También de acuerdo con el objetivo de la clase, podrá seleccionar los errores a ser debatidos: errores de concordancia, de ortografía, de colocación, de inadecuación de términos. La corrección sólo será sobre ellos.
La fase siete, reescritura del texto, dará la oportunidad al alumno de mejorar la forma de redacción, garantizar una nota mejor y fijar el aprendizaje del contenido lingüístico debatido en la corrección.
Consideraciones finales
La producción de textos debe ser un proceso creador, que enriquezca al niño y lo haga crecer como persona. Las técnicas de redacción tal como son aplicadas últimamente, tienden a fallar pues no consiguen dar a los estudiantes el instrumento fundamental para la expresión oral o escrita, a través de un conocimiento básico de las estructuras lingüísticas adecuadas para una razonable comunicación verbal.
Esta capacidad de redacción no depende sólo de procesos lingüísticos, sino que, debido a la interdependencia entre lenguaje y pensamiento, resulta también del desarrollo de procesos cognitivos. Por este motivo, ninguna técnica pura o simple podrá resolver el problema de la producción de textos.
Hay que motivar al alumno, debatir con él, ayudarlo a crear ideas. La producción de textos es un proceso interactivo de los niños entre sí, con el mundo y con el profesor.
Referencias bibliográficasDittmar, Norbert (1978) A Critical Survey of Sociolinguistics. New York: St. Martin
Press.
Hunter, Madeline (1978) Teoría de motivaçao 4ª ed. Petrópolis: Vozes.
Jorge J. Simoes (1981) Educaçao critica, seu método.
Stubbs, Michael (1980) Language and Literacy: the Sociolinguistics of Writing
and Reading. London: Routledge and Kegan Paul.